Título: Unfaking news: Cómo combatir la desinformación
Editorial: Pirámide
Año de publicación: 2019
Páginas: 208
Género: Ensayo
Sobre el autor: Raúl Magallón Rosa
Profesor desde 2006 en las titulaciones de Periodismo. Codirector de la revista universitaria de la facultad (UEMC), coordinador de laboratorios, coordinador Erasmus y de Movilidad internacional y coordinador de los trabajos de fin de grado (UC3M). En la actualidad es coordinador de las prácticas externas de los estudios de Periodismo, según su Linkedin.
Análisis:
El libro aborda una gran cantidad de factores que contribuyen a la configuración de noticias falsas.
Desde el principio Magallón (2019:27) introduce los tipos de mala información y desinformación explicados por Claire Wardle y Hossein Derakhshan (2017) para poner en contexto el tema de las fake news:
- Sátira o parodia: No pretende causar daño pero posiblemente engañe
- Contenido engañoso: Uso engañoso de información para incriminar a alguien o algo
- Contenido impostor: Cuando se suplantan fuentes genuinas
- Contenido fabricado: Contenido nuevo que es predominantemente falso, diseñado para engañar y perjudicar
- Conexión falsa: Cuando los titulares, imágenes o leyendas no confirman el contenido
- Contexto falso: Cuando el contenido genuino se difunde con información de contexto falsa
- Contenido manipulado: Cuando información o imágenes genuinas se manipulan para engañar
Otro concepto que introduce Magallón (2019:29) al que hace referencia a lo largo del libro es el de la “(des)confianza” y para ello referencia a Luhman (1996):
“El aumento exponencial de la información hace que se produzca un doble fenómeno. Por una parte, de desconfianza hacia la credibilidad de las informaciones (si recibo multitud de mensajes contradictorios he de pensar que estoy recibiendo mucha información que puede ser considerada falsa o, en su defecto, no significativa). Por otra parte, para confiar necesito que mis fuentes de información me transmitan seguridad y eso sólo se consigue identificándose y delimitándolas”.
La pérdida de confianza conduce a una falta de credibilidad en los medios y en las instituciones, y esto acarrea la percepción de un periodismo pobre, la propaganda política y formas engañosas de publicidad. Al mismo tiempo se ven los medios de comunicación como lobbies informativos. Así se llega a la polarización, las burbujas informativas, las cámaras de eco. Todos estos conceptos son explicados por Magallón (2019), en referencia a que sólo recibimos aquella información que queremos escuchar y con la cual nos sentimos identificados.
El autor también explica el papel que juegan las grandes tecnológicas (como Google, Facebook, Twitter) en la economía de la atención, la personalización, la jerarquización, la presentación y la viralización de la información, usando sus respectivos algoritmos.
Sobre las redes sociales (Magallón 2019:53) sentencia:
“En sólo 10 años, las redes sociales han pasado de ser descritas como la mejor herramienta de democratización que habían desarrollado nuestras sociedades, a ser consideradas por algunos como una gran amenaza para los sistemas democráticos occidentales”.
Uno de los motivos es por ejemplo la publicidad en Facebook. El autor describe que en esta red social cualquier persona puede comprar anuncios dirigidos a targets muy específicos sin identificarse. El receptor del anuncio no sabe quién es el anunciante. Los anuncios llegan a grupos segmentados, nadie ve todos los anuncios, y pueden llegar a ser contradictorios en función al segmento al que van dirigidos. Así un partido político puede emitir anuncios contradictorios a segmentos diferentes; o al menos parecía que así se podía hacer hasta que Facebook cambió sus normas de publicidad.
Es más, los soportes publicitarios, no saben qué anuncios se insertarán en sus webs, y los anunciantes no saben al lado de qué tipos de informaciones irán asociados.
Otro ejemplo es que Google cambió el algoritmo para que cada usuario encuentre justo aquello que está buscando. Así no existe un buscador universal, sino uno personalizado para cada persona. No todo el mundo ve los mismos resultados. Esto podría distorsionar la percepción de la información que recibimos. Así se configuran los guetos informativos y las burbujas sociales.
Otros conceptos que saca a relucir el autor son: granjas de contenidos y granjas políticas, clickbait, derecho al olvido, derecho a la información, privacidad, perfiles falsos, bots, influencers, fact-checkers, entre otros.
La desinformación electoral es un tema central en el libro de Magallón (2019). Explica que en los períodos electorales nacen medios digitales de contenidos políticos, combinando informaciones falsas con noticias verdaderas, que al finalizar las elecciones pueden redefinirse como proyectos periodísticos o económicos, según la audiencia que hayan fidelizado. Este tipo de sitios web tienen una serie de características comunes:
- No citan a las fuentes
- Están construidos en plataformas de blogs con una misma estructura
- No tienen una sección de contacto o de información sobre quién dirige el portal
- Utilizan mayúsculas y símbolos de exclamación en los títulos así como adjetivos calificativos en artículos que suelen estar editorializados
- A menudo no llevan la firma de su autor
El autor añade que la información en período electoral tiene como temáticas preferentes informaciones falsas de candidatos, el fraude del proceso, encuestas inexistentes, declaraciones, audios y vídeos falsos, datos o iniciativas legislativas que no son ciertas. Además, a medida que se acerca una jornada electoral la tipología de rumeres cambia. Se pueden diferenciar entre rumores de precampaña, campaña y postcampaña.
La Comisión Europea realizó una consulta pública cuyo informe se publicó en marzo de 2018 sobre ”Fake News y desinformación digital” y a raíz de los resultados propuso un código de buenas prácticas sobre desinformación (https://ec.europa.eu/digital-single-market/en/tackling-online-disinformation). Los firmantes del código propusieron trabajar en cinco áreas (Magallón, 2019:131):
- Interrumpir los ingresos por publicidad de ciertas cuentas y sitios web que difunden la desinformación
- Hacer que la publicidad política sea más transparente
- Abordar el problema de las cuentas falsas y los robots en línea
- Empoderar a los consumidores para que informen sobre la desinformación y accedan a diferentes fuentes de noticias, al tiempo que mejoran la visibilidad y la posibilidad de encontrar contenido autorizado
- Empoderar a la comunidad de investigadores para monitorizar la desinformación en línea a través de un acceso compatible con la privacidad a los datos de las plataformas.
La tecnología blockchain se pone sobre la mesa para luchar contra las fake news, manteniendo archivos que no puedan ser censurados ni alterados y facilitando las donaciones de lectores con criptomonedas para evitar la publicidad.
Un tema en el que el autor pasa de puntillas es el del papel de los medios locales como conocedores de un territorio en concreto y que pueden contextualizar mejor la información que tiene lugar en ese lugar. Aunque al mismo tiempo también plantea la paulatina desaparición de los medios locales en territorios rurales
Debate y dudas abiertas:
En el mismo libro el autor ya plantea preguntas para seguir indagando y debatiendo sobre el universo de las fake news:
- ¿Cómo combatir nuestra propia zona de confort desinformativa?
- ¿Cómo establecer una comunidad ciudadana de verificadores?
- ¿Puede el fact-checking llegar a marcar la agenda mediática de una campaña?
- ¿Es más viral el bulo que el desmentido?
- ¿Son necesarias nuevas leyes para solucionar los problemas que ya trata la normativa existente, pero que no se aplica o se aplica a discreción?
Magallón (2019:187) concluye con dos preguntas trascendentales:
- ¿Qué ocurriría si en realidad las fake news y la desinformación no hubieran tenido tanta relevancia en los proceso electorales como se ha intentado transmitir mediáticamente?
- ¿Qué pasaría si, por el contrario, la verdadera desinformación es la que está por llegar?
Otros temas que se pueden debatir son:
- ¿Qué percepción tenemos de las noticias que nos llegan, sus fuentes y los medios que los difunden?
- ¿Quienes son los verdaderos responsables de las informaciones falsas?
- ¿Quién viraliza las informaciones falsas y por qué?
- ¿Qué pasará si la ciudadanía deja de confiar y de creer en los políticos, las instituciones y los medios?
- ¿Cómo se puede restablecer la confianza social?
- ¿Qué puede hacer cada persona para contrarrestar la información falsa?
- ¿Cuál es el papel de los medios locales en el espacio informativo digital?
- ¿Puede hacer algo el periodismo ciudadano para combatir las fake news o al contrario las difunde más?